La pandemia deja la pólvora en los almacenes

La pandemia deja la pólvora en los almacenes

La pandemia deja la pólvora en los almacenes

La organización de festejos familiares e institucionales se ha desplomado un 98%

Los empresarios tratan de redirigir las existencias al consumo individual

El País, 25/08/2020. Toneladas de pólvora se acumulan en almacenes y depósitos de pirotecnia de toda España. La cancelación de casi todos los festejos populares desde el pasado mes de marzo, cuando se paralizaron las Fallas de Valencia, ha borrado del mapa el disparo de espectáculos pirotécnicos y ha reducido considerablemente la venta de material para consumo particular. El sector está aprovechando el año en blanco para adecuar sus instalaciones a la nueva norma que regula su actividad, cuya entrada en vigor estaba prevista para el pasado 7 de mayo pero que se ha postergado hasta el 31 de diciembre a causa de la pandemia. “Los almacenes están llenos”, señala Jordi Brau, secretario de la Asociación Española de Pirotecnia (Aepiro), “pero se ha aprovechado el parón para aumentar sus medidas de seguridad”, explica.

Dobles puertas, cámaras, alarmas, extintores obligatorios, vigilantes… Brau asegura que los fabricantes y comerciantes de cohetes y fuegos artificiales han redoblado la prevención de riesgos para sus trabajadores y para la ciudadanía. “Tanto las fábricas como los depósitos y tiendas han terminado de adaptar sus instalaciones”, mientras su actividad caía “entre un 95% y un 98%” en la organización de espectáculos populares. En cuanto a las ventas a particulares, la facturación rozó el 40% de lo previsto en Fallas, el 12% en las Hogueras de Alicante y se ha recuperado recientemente en Elche (Alicante), donde se ha expendido el 85% del material, calcula Aepiro.

Solo con la cancelación de la Nit de l’Albà (Alborada) de Elche, que se celebra cada año la noche del 13 al 14 de agosto, se han silenciado cerca de tres toneladas de pólvora. Una cantidad que se suma al resto de fiestas anuladas en todo el país. “Por estas fechas, los almacenes del sector deberían estar casi vacíos”, apunta Brau, quien afirma que “la fabricación se detuvo en cuanto se alcanzaron los niveles permitidos por el decreto”. La norma estipula que ningún depósito puede superar las 50 toneladas de material acumulado. “El stock es elevado”, dice el secretario de Aepiro, “pero está sujeto a inspecciones periódicas”, a cargo del Ministerio de Industria y de la Guardia Civil.

El sector trata de deshacerse de parte de su inventario “con las ventas para eventos particulares”, señala José Alberola, representante en Elche de la pirotécnica granadina La Alpujarreña. En los últimos días, Alberola y Brau han organizado mascletàs (composiciones ruidosas y rítmicas de cohetes, típicas de la Comunidad Valenciana) en diferentes puntos de la ciudad para “promover el consumo”. En condiciones normales, la Nit de l’Albà genera “un consumo superior al millón de euros”, manifiesta Alberola, pero este año los puntos de venta en la ciudad se han reducido a la mitad. El confinamiento y la nueva normalidad han cercenado la temporada alta del sector. “Agosto es el mes más fuerte, pero el estado de alarma de la primavera ya acabó con las principales fiestas”, añade Brau.

Al aire libre

El representante del sector insiste en que el disparo de pirotecnia cumple con todos los protocolos establecidos a raíz de la alerta sanitaria: “Se organiza al aire libre, se puede usar mascarillas y se puede guardar la distancia de seguridad para disfrutarlos, pero los Ayuntamientos han preferido cortar por lo sano”.

A la pirotecnia profesional se dedican unas 1.500 personas, aparte de las empleadas en los 5.000 puntos de venta diseminados por todo el país, según las estimaciones de la patronal. Su facturación anual, entre disparos y venta al público, ronda los 200 millones de euros. En La Alpujarreña, sostiene Alberola, “no se ha despedido ni enviado a ERTE a ninguno de sus 22 trabajadores”, pero en otras empresas “la gente se está buscando otros trabajos” y, si se alarga la situación, “el problema estará en sustituirlos, porque están muy especializados”, lamenta.

Además de la incidencia en el sector, Brau dirige la atención hacia el impacto en otros negocios, como la hostelería. “Solo queremos que nos normalicen y vean que somos compatibles con los protocolos de seguridad”, reclama.